El futuro pertenece a aquellos que cuestionan

El futuro pertenece a aquellos que cuestionan

De niños, somos muy buenos haciendo preguntas, cuestionando. Un estudio en Inglaterra encontró que, en promedio, un niño de cuatro años le hace a su madre 390 preguntas al día. Pero, ¿adónde va toda esta curiosidad cuando crecemos?

Cuestionar requiere un mayor esfuerzo cognitivo que simplemente aceptar lo que se nos plantea. Tendemos a conformarnos con lo que ya es habitual, aunque nos resulte incómodo. Entonces, para ahorrar energía, terminamos operando en piloto automático e ignorando gran parte de lo que sucede a nuestro alrededor.

En el mundo de los negocios, preguntar puede considerarse ineficiente. Vivimos en una cultura que desalienta el acto de cuestionar. Además, las preguntas desafían el status quo, comprometen las estructuras y pueden desafiar la autoridad. Sin embargo, en medio del cambio constante en el que vivimos hoy, no cuestionar puede representar un riesgo.

 

 

Siempre es bueno recordar que tenemos dos oídos y una sola boca: debemos escuchar más de lo que hablamos. Como consultor e investigador, saber escuchar es esencial. En el mundo de la investigación decimos que vamos a campo “sin deseos y sin memoria”. Abiertos a lo que venga. Tratando de evitar sesgos, prejuicios e ideas preconcebidas.

El mundo necesita más preguntas y menos certeza. Más cuestionadores y menos expertos. Considere pasar de la “planificación estratégica” al “cuestionamiento estratégico”.

Como argumenta brillantemente Warren Berger en su libro Una Pregunta Preciosa: Cuestionar es más importante hoy que nunca, y lo será aún más mañana.– ayudándonos a comprender lo que importa, dónde están las oportunidades y cómo llegar allí.

O como dijo Einstein: si tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de ello, pasaría 55 minutos asegurándome estar respondiendo la pregunta correcta.

Para Berger, “una pregunta hermosa es una pregunta ambiciosa pero discutible que puede comenzar a cambiar la forma en que percibimos algo o pensamos al respecto, y que, quizás, sirva como catalizador para el cambio”.

 

Sobre la autora

Carol Perrone tiene una licenciatura en Diseño de Producto de la UFRGS, una maestría en Diseño de Comportamiento también de la UFRGS y un posgrado en Neurociencia y Comportamiento de la PUCRS. Trabaja como Gerente de Diseño en Itaú y es consultora en diversas áreas de diseño, investigación de comportamiento del consumidor, investigación de tendencias, branding y planificación estratégica. Además, trabaja como diseñador de aprendizaje en Hyper Island.

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